domingo, 28 de junio de 2015

'Y van 9 días'... de Sevilla con Vanesa Martín

19 de Junio


Auditorio Rocío Jurado

Sevilla

Vanesa Martín

Y ya. No hace falta decir más. No hace falta sentir más. No es necesario. A veces solo basta un nombre. El suyo, por ejemplo, es suficiente y es que oyes Vanesa Martín y, de repente, empiezan las emociones, los escalofríos, los pellizquitos donde duelen, donde escuecen, donde salvan. 

Pero sería injusto, muy injusto, resumir aquella noche en solo dos palabras. Y claro intentas añadir alguna más: Vanesa Martín en Sevilla. Y la cosa solo puede ir a mejor. Aparecen los colores, los recuerdos, las calles de azahar. Qué importa que sea junio y la cola esté al sol. Vanesa Martín en Sevilla. 

Aún así, sigue sonando a poco y te ves obligada a completar la frase: Vanesa Martín en el Auditorio Rocío Jurado de Sevilla. Y ay. Cuántos suspiros lanzados. Como unos 8000 por segundo, porque aquello estaba a rebosar. Y qué nombre tan bello. 

Después de tanto tiempo sin poder, sin estar en la ciudad adecuada en el momento adecuado, sin la suerte de conocer su voz en persona... Ahí estaba yo. Por fin. Una malagueña que llegaba a Sevilla directa desde Madrid. Qué cosas. 

Por fin aparecía Ella en escena. Aparecía, de manera literal, se elevaba poco a poco, como se elevan las que empiezan sin nada y se convierten en todo. De la misma manera que ha elevado su carrera, igual que ha ido bailando cada vez con más y más público. Poco a poco. 

Y me gustaron todos sus detalles... Todas sus palabras, gestos, miradas... Todos sus pasos. Todo eso que te transportaba a cada historia que nos susurraba el aire. Historias que acostumbras a escuchar en tu intimidad, historias que a golpe de guitarra te pones a cantar con 8000 personas más. Y eso debe ser lo que llaman magia. 

Una canción tras otra. Una sensación tras otra. Con la intensidad de quien te rompe cada vez que te acaricia, pero con el don de reconstruirte y la forma de hacerte ganar en el siguiente verso. Porque eso es ella, verso. Del que alivia, del que sobrepasa los límites, del que se tatúa en la piel con tinta invisible. Verso en carne viva.  

Y pasaron las horas, porque ellas también son de las que llegan para irse. Y la noche de pronto fue madrugada. Y ya todo sabía a despedida, pero nunca una despedida me supo tan bien. Porque hasta yo me siento grande por haber soñado allí. 

Gracias, gracias y gracias. Por hacernos partícipes del baile de su vida. Por ponerle ritmo a la nuestra. Ojalá fuese tan fácil como hacer Chas! y aparecer en cada concierto. 

Gracias, decía. Que nunca la pare nadie.



De Vanesa Martín es difícil recuperarse.
(Aunque tampoco quiero, veréis)

...Y van nueve días




2 comentarios:

  1. Bellísimas palabras, yo también lo disfruté mucho. Gracias por la crónica.

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