miércoles, 7 de enero de 2015

Los Reyes Magos existen. Ronda 2015.

Así. Tal cual.

La Reyes Magos existen.

De lo contrario no hay explicación posible para lo que yo he vivido estos días.

No he tenido ni un regalo. Material quiero decir.

No ha hecho falta.


Un niño que se acerca y te da las gracias como si no hubiera un mañana por un caramelo. Solo un caramelo, que ha tirado la anterior carroza y que lo has recogido tú del centro de la calle, donde nadie llega. 

Personas mayores que cantan contigo villancicos. Y los vuelven a cantar. Y olvidan por un momento que tienen dolores hasta en las manos y hacen palmas. Y aplauden cuando tú lo haces, sin saber que realmente les aplaudes a ellos.

Una chiquita de tres años que te enseña los juguetes que le acaban de llevar los Reyes a su asociación. Tan especial. Tan bonita. Tan increíble. 

Gente que sonríe en sitios tan duros como es un hospital, cuando parece que es imposible. Pues no. Van y lo hacen. Ellos, que quizás no tengan ni motivos. 

Un pequeño hombrecito que te canta "Tú me has hecho mejor, mejor de lo que era. Te entregaría mi voz a cambio de una vida entera. Tú me has hecho entender que aquí nada es eterno...", después de descubrir que su regalo era el último disco de su cantante favorito. 

¿Habrá regalo más verdadero?


Un grupo de personas que no conoces, pero no hace falta porque de repente llegan y te saludan con energía. Con la energía esa buena, la positiva, la que te hace pensar "Mira, no he escuchado casi ni tu voz pero prométeme que has llegado para quedarte". Así de fuerte, yo qué sé. Una botella de anís. Un autobús. Un microbús. Otro microbús. Y un coro. Y una guitarra. Y un arroz al solecito. Y una cena. Y miles de fotos. Y mucha comida. Y muchas horas. Y muchas risas. Y mucha música. Y mucho baile. Y mucha magia.
Y muchas gracias.

Imposible encontrar un regalo mejor.












No hay comentarios:

Publicar un comentario